Hace 200 años, un 24 de septiembre de 1810, se juraban y formaban las Cortes de Cádiz, en la "Isla de León", hoy "Ciudad de San Fernando", sitiada por entonces por las tropas francesas de Napoleón, que ocupaban todo el país, salvo este reducto.
Lo más importante de la formación de estas cortes, en su primera sesión de aquel día, fue proclamar "la soberanía nacional", al afirmar que ésta reside en el pueblo. Las cortes reconocían como rey y señor natural a Fernando VII, pero ya no como súbditos, sino como ciudadanos.
Estas cortes estaban formadas por diputados de muy distinta procedencia y condición social, y no eran solo representantes de los territorios peninsulares de la monarquía, sino también de los territorios americanos, en aquel entonces bajo soberanía española.
Eclesiásticos, abogados, altos funcionarios, militares, catedráticos, nobles, marinos, comerciantes eran las más de las dedicaciones de aquellos diputados que en muy difíciles circunstancias acudieron a Cádiz, con un país en guerra y ocupado por fuerzas extranjeras.
Su ejemplo demuestra, cómo en las peores circunstacias, se crece el espíritu humano, en torno a un valor e ideal común. En este caso, el socorro, la defensa y la reafirmación de España, su soberanía y su afirmación nacional, frente a quienes la oprimían por la fuerza de las armas.
En aquellos días, en los que el país estaba huérfano de reyes, el pueblo a través de sus representantes, tomo conciencia y actuó en defensa de la nación que ellos constituían, poniendo de manifiesto, que España era, con o sin reyes.
Estas cortes, tuvieron entre sus tareas la redacción de nuestra primera Constitución, la de 1812, que fue tras la de los EE.UU o la de Francia, la tercera constitución liberal del mundo.
Lamentablemente, su vigencia, fue corta y fue derogada a su regreso por Fernando VII, un rey, que para reafirmar su absolutismo, persiguió a sangre y fuego a los liberales, y que incluso no dudo en recurrir a fuerzas extranjeras, para reprimir a quienes defendían una constitución, que ese rey felón se negó a acatar y que emanaba de los representantes de la soberanía nacional, dando pábulo con su intransigencia obtusa, al movimiento independentista de los territorios bajo soberanía española en America.
Si bien la Francia revolucionaria de Napoleón invadió España, como también buena parte de Europa, sus ideas democráticas liberales, prendieron inevitablemente en el país.
Esos diputados en Cádiz, hicieron un notable ejercicio de pragmatismo, al disociar lo malo de sus enemigos invasores, de lo bueno de las ideas políticas que les movieron, adaptándolas a la realidad de nuestro país, reafirmando con ello nuestra independencia e identidad nacional.
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