Quienes alguna vez hemos tenido la responsabilidad de representar y defender los derechos de los trabajadores, sabemos de primera mano, cuan compleja, dura e ingrata es esa taréa, porque no sólo tienes que defender derechos e intereses contrapuestos a los que representa la patronal; sino también, porque muchas veces, lejos de contar con el apoyo de los trabajadores -al menos hoy día-, lo que se cosecha es la crítica, la intransigencia y la incomprensión.
La lucha obrera sindical ha cambiado mucho en España en los últimos treinta años, aunque nunca fue taréa fácil la política de acción sindical en defensa de los trabajadores.
La figura de Marcelino Camacho, es un ejemplo de firmeza, templanza y trabajo con el firme propósito de conseguir la mejora de las condiciones sociolaborales de las que hoy disfrutamos en este país. Unas conquistas sociales, que costó un gran esfuerzo conseguir, y que tenemos el deber de defender y preservar como patrimonio colectivo de todos, que en ejercicio de las libertades que nos otorga nuestra soberanía, nos hemos dado y reconocido como normas.
La actual crisis mundial, nacida de los excesos improductivos de un capitalismo salvaje que no tiene en el dinero una herramienta para generar riqueza material, progreso y bienestar social, sino que es un fin en sí mismo. Está poniendo en cuestión el estado de bienestar, al seguir los gobiernos el dictado de unos mercados, donde quienes los mismos actores que generaron las condiciones para que se produjera la actual crisis, siguen dictando las normas de las reglas de juego de la economía mundial, disponiendo de los recursos públicos de nuestros estados, a los que han trasladado lo deficitario de sus negocios especulativos, acrecentando aun más si cabe esta crisis, y poniendo en jaque el estado del bienestar por el que tanto han luchado, entre ellos de manera destacada Marcelino Camacho.
"Si uno se cae, inmediatamente ha de levantarse y seguir adelante..." dijo Marcelino, y eso es precisamente lo que l@s trabajadore-as de este país y del mundo debemos hacer, levantarnos de este tropiezo y seguir adelante, en defensa de nuestros derechos y de las conquistas sociales que debemos a la dedicación denodada de vidas como la de Marcelino Camacho, un sindicalista ejemplo de lo que es el sindicalismo, no sujeto a los dictados y subvenciones de gobiernos, independiente y con capacidad de acción en defensa de la causa de los trabajadores-as.
Marcelino Camacho, forma ya parte de nuestra historia reciente, y su ejemplo, debe inspirar y servir de ejemplo, a quienes hoy, como antes él, tienen en sus manos, la defensa del interés general y colectivo de todos, que mayoritariamente somos trabajadores asalariados.
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