La guerrita interna desencadenada a raíz de la reacción del Buró político a la crítica pausada, aunque quizá inoportuna de Francisco Sosa Wagner, tiene ya su reflejo en todos los periódicos nacionales, y por supuesto en redes sociales.
La carta de Irene Lozano llamándole "mezquino" o los comentarios en twuiter de Carlos Martínez Gorriarán llamándole "traidor" y casi "corrupto", sólo dan pábulo a algunas de las tesis que en su carta dilucidaba el profesor de derecho administrativo, al aludir a ciertas prácticas "autoritarias".
No deja en muy buen lugar a UPyD más que la reflexión crítica y tranquila de Sosa, la furibunda reacción de miembros destacados del Consejo de Dirección, tanto, que el debate de la fusión con ciudadanos, ha pasado a un segundo plano en el debate o mejor dicho ENFRENTAMIENTO que hay dentro del partido magenta.
Si Sosa es un corrupto según Gorriarán, si no era el candidato adecuado como da entender Lozano... ¿por qué permitieron que fuera el cabeza de lista?... ¿es que no lo sabían antes?.
La actitud de la dirección de UPyD en este caso, es más propia de una de una logia de marcado carácter autoritario, que de la cúpula colegiada de un partido que dice regirse más que el resto por sus principios de transparencia y participación activa y democrática de sus afiliados.
A la vista está, para triste decepción del que suscribe, que con estas reacciones se da en confirmar lo contrario.
¿Cómo salir a la calle a pedir el voto para UPyD a nuestros convecinos, si después de hacerlo en mayo para un candidato europeo, el número dos del partido insinúa que es un corrupto?.
Es muy de lamentar, que sea por haber hablado Wagner, que se desencadene semejante carrera por su descrédito personal. Sin embargo, no viene mal que se conozca este ácido debate, con el ingenuo ánimo quizás, de que se puedan desterrar ciertas dinámicas impropias de una organización que hace bandera de los contrarios a los que se evidencian.
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