miércoles, 1 de diciembre de 2010

DIA MUNDIAL CONTRA EL VIH-SIDA... ¡No bajemos la guardia!.


 A lo largo de los últimos 25 o 30 años de historia clínica del VIH - SIDA como enfermedad pandémica, esta terrible lacra ha matado a casi 30 millones de personas, a día de hoy, afecta a más de 33 millones que conviven con el virus, y en el último año se han producido en todo el mundo unos 2,6 millones de nuevas infecciones, de las cuales 2.264 se han producido en España según los últimos datos conocidos, que son los de 2009.

Una cifra de contagios que ha disminuido respecto a los 2.524 casos diagnosticados en 2008.

Sin embargo no hay que bajar la guardia, pues se estima que en nuestro país hay entre 120.000 y 150.000 portadores del VIH, de los que un 30% aproximadamente, no saben que lo son ( unas 45.000 personas).

Que el VIH nos puede afectar a todos es algo que tenemos claro, las formas de transmisión también son sobradamente conocidas, como los medios protección y hábitos de vida.

Sin embargo existe una percepción creciente de esta enfermedad, como una enfermedad no mortal, y se está bajando la guardia en las medidas de prevención, sobre todo en las prácticas sexuales de los más jóvenes con independencia de su orientación sexual.







Efectivamente, el VIH, debidamente tratado y controlado a tiempo, ya no es sinónimo de una muerte segura, se ha convertido prácticamente en una enfermedad crónica, donde los enfermos pueden vivir indefinidamente. Sin embargo, sigue siendo una gravísima enfermedad que puede complicarse, donde además de las negativas implicaciones que tiene la permanencia del virus en el organismo, se empiezan a conocer los efectos secundarios de los tratamientos prolongados de los antirretrovirales de última generación que se aplican desde hace unos 10 años, y que son los responsables del mejor control de la progresión de la enfermedad, pero que pueden generar problemas cardiovasculares tales como arteriosclerosis, descalcificación y consiguiente pérdida de la densidad ósea pudiendo derivar en casos precoces de osteoporosis, además del ya conocido aunque menos recurrente, de la lipodistrofia, que implica una inadecuada equidistribución de la grasa corporal, acumulándose en una partes en detrimento de otras.


Por tanto, el VIH, quizá ya no sea sinónimo de una muerte segura, pero desde el punto de vista clínico, sigue siendo una enfermedad infecciosa de graves consecuencias físicas, pero también psicosociales.

El rechazo y la estigmatización de las personas portadoras del virus del SIDA, en su vida personal-familiar y laboral, sigue siendo hoy lamentablemente, una realidad a la que todos debemos oponer nuestra comprensión y solidaridad, y reitero, como ya lo hiciera hace un año, especialmente el personal sanitario, que por su condición, han de tener un mayor y más preciso conocimiento no sólo de la clínica de la enfermedad, sino de sus implicaciones psíquicas y sociales, recordando siempre -aunque eso vale para cualquier paciente-, que no son las enfermedades las que se tratan, sino las personas que las padecen.

Esperemos que en un futuro no muy lejano, la ciencia, y las mentes privilegiadas que a ella contribuyen, puedan encontrar la fórmula del remedio a una enfermedad, que ha atacado a lo más íntimo de la condición humana, y podamos celebrar que efectivamente, en 2015, tengamos a esa primera generación libre de la amenaza del VIH-SIDA., será, sin duda, el mejor tributo a los millones de personas cuya vida se ha cobrado esta terrible enfermedad.

A los que todavía la padecen, y conviven con ella, mi apoyo, comprensión, solidaridad y más caluroso abrazo.


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