La MARSELLESA... ¡¡A las armas ciudadanos...!!, ¡¡Formad vuestros batallones!!, ¡¡Que una sangre impura inunde nuestros surcos...!!.
Ilustrativa escena de Casablanca, donde un grupo de nazis canta enardecido, orgullosos de haber impuesto su tiranía a toda Europa. Y de manera improvisada suena ese himno contra la tiranía, que nació con la revolución francesa y que hoy como ayer sirve para conjurar a quienes se atreven a atentar contra las libertades humanas, y llama a los ciudadanos de la república, que es la suma de todos ellos, a oponer resistencia y combatir a quienes osan pretender esclavizarlos.
Puede que sea el himno nacional de Francia, pero su letra, es sin duda universal, como universales son y serán los valores de la república a la que inspira... libertad, igualdad y fraternidad.
Armados pues por la fuerza de la razón y de tan imperecederos principios, hoy se pone Francia a la cabeza de Europa, para acabar con los bárbaros que de nuevo amenazan precisamente cuanto de bueno nació con aquella revolución de 1789 y que tuvo su precedente en la que en 1776 hizo de los Estados Unidos una nueva república, que partía de reconocer en su declaración de independencia, a todos los hombres iguales y libres. Hijas de la ilustración, donde la razón se antepone a todo dogmatismo, a toda superstición como luz que ilumina a los ignorantes.
Vivimos unos tiempos convulsos en los que sin duda, es difícil poner en valor aquello que de positivo tienen nuestras sociedades libres y democráticas, sin duda imperfectas y mejorables. Sin embargo,es cuando se ven amenazadas nuestras libertades y derechos, cuando debemos tomar mayor conciencia de su valor y determinarnos en su defensa.
Al margen de emotividades que generan adhesiones casi unánimes, no debemos olvidar, que ante el reciente golpe del terrorismo yihadista en París, que se suma ya a tantos otros precedentes. Estamos ante un nuevo tipo de guerra difusa, sin frentes claros y de amenaza constante, donde quizá lo más fácil, pueda resultar la derrota y toma de control del territorio que hoy ocupan los bárbaros del EI. Sin embargo este es un tipo de guerra que no se rige por las normas convencionales de la guerra, por lo que conviene tomar conciencia de las causas que producen estas manifestaciones violentas, como su dinámica estratégica y táctica.
Hace cien años, los generales de la guerra del 14 se empecinaron en repetir casi las mismas tácticas de los ejércitos de la época napoleónica, sin reparar, en que la tecnología había cambiado la forma de hacer la guerra, y que, frente a las ametralladoras, no se podía mandar a la infantería a pecho descubierto. El empecinamiento en esa vieja forma de hacer la guerra, se demostró tan ineficaz como dolorosa, por el número de bajas innecesarias.
Pues bien, hoy, no se puede pretender combatir el terrorismo yihadista, desplegando grandes ejércitos, y sin duda, lo que más efectivo puede resultar, es una dicreta y constante lucha de inteligencia militar y policial, basada en el intercambio de información veraz, a la que sumar, puntuales acciones militares de alto valor estratégico. Es por ello, que, esa declaración de guerra de Ollande en Francia, recuerde mucho a la de George Bush al poco de los atentados de las torres gemelas en New York de aquel 11S2001, que llevó a la invasión de Irak y Afganistán, que lejos de resolver nada, contribuyó a agravar sus respectivos escenarios en el contexto geopolítico mundial, y de lo cual es consecuencia la actual amenaza del EI.
De los desatinos en Afganistán, Irak, Siria y también Libia por parte de la comunidad internacional, resulta la hidra del EI, sin que hoy pueda eludirse por más tiempo, enfrentar su amenaza, que es inmediata a nuestras fronteras.
No podemos permanecer indiferentes ante la amenaza del EI, y sin duda, es preciso poner fin a su barbara existencia, que subyuga bajo un régimen de terror a millones de personas en los territorios que ocupa, de los que extrae recursos para financiar su criminal existencia.
No podemos permanecer indiferentes ante la amenaza del EI, y sin duda, es preciso poner fin a su barbara existencia, que subyuga bajo un régimen de terror a millones de personas en los territorios que ocupa, de los que extrae recursos para financiar su criminal existencia.
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