sábado, 14 de diciembre de 2019

CUMBRE DEL CLIMA reflexiones.


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Negar el cambio climático es de fanáticos, no cabe duda. Pero también es de fanáticos y dogmáticos descalificar a quienes plantean otras formas de afrontarlo. Y cuidado, los cambios de modelo energético, productivo y económico que algunos plantean, perjudican a los que menos tienen. Es decir, enumeraré unos cuantos ejemplos fácilmente entendibles:
1. Al trabajador mileurista que usa un utilitario diésel para ir a trabajar porque no hay oferta eficiente de transporte público o tarda demasiado en él.
2. A las comunidades de vecinos urbanas que no pueden beneficiarse del autoconsumo porque no genenera energía suficiente para sus necesidades o no están bien orientadas.
3. A las industrias y viviendas a las que la electricidad les saldrá aún más cara porque los aerogeneradores y los paneles fotovoltaícos no generan electricidad de manera constante a diferencia de las nucleares o plantas de ciclo combinado de gas o petróleo.
4. A la industria del turismo, del que dependen todos esos empleos precarios con el que muchos salvan la vida por temporadas... Si se extiende la "moda" de no volar porque contamina mucho.
Los más ricos pueden comprarse el coche eléctrico, vivir en un chalet con paneles fotovoltaícos y baterías Tesla de alto rendimiento con el que suplir su consumo doméstico, e incluso optar por el teletrabajo. Pero esos son una MINORÍA... si de verdad queremos reducir nuestras emisiones de CO2 de manera JUSTA hay que implementar políticas, desarrollar tecnologías e implantarlas que permitan a la gente seguir viviendo y satisfaciendo sus necesidades.
Un plan energético realista, que de mayor protagonismo a las renovables. Pero, no se puede con ellas sostener la actual demanda energética, y si no queremos emitir CO2 la alternativa es la energía nuclear, sea de fisión o de FUSIÓN esta última en fase experimental pero más segura y limpia.

La aviación comercial tendrá que diversificarse, con pequeños aviones de propulsión eléctrica con autonomía suficiente para vuelos continentales, y propulsión a base de hidrógeno para vuelos transoceánicos...
El transporte marítimo, pues lo mismo, sistemas de propulsión eléctricos y volver a aprovechar el viento con sistemas de velas y propulsores eólicos infinitamente mejores que los de siglos pasados.

Y los plásticos, pues prohibir su uso para envoltorios y recipientes, optando por el vidrio, el cartón reciclado y otras alternativas biodegradables.
En materia de movilidad, vivienda y ordenación del territorio optar por un gestión INTEGRAL e INTELIGENTE del territorio, vertebrado nuestras ciudades en ejes de transporte público, fomentando núcleos urbanos a la par que compactos, con dotaciones, servicios y zonas verdes.
Una gestión integral del agua, y de los residuos que prime el reciclado y la reutilización.
Fomento de la REFORESTACIÓN de los intersticios urbanos, y una ordenación racional de las explotaciones agrícolas y ganaderas.
Control de la explosión demográfica en los paises pobres y reequilibrio poblacional en los desarrollados con una natalidad que tienda al relevo generacional dando facilidades en materia de empleo, vivienda, sanidad y educación entre otras.
Pero también hemos de ser REALISTAS, no conocemos bien a bien los mecanismos del clima ni los delicados equilibrios en los que se apoya la vida en nuestro planeta. Es claro y ello responde ya a un consenso general al menos en el diagnóstico, que debemos reducir nuestro impacto sobre el planeta, y no solo por las emisiones de CO2 que recalientan la atmósfera.
Es preciso poner en marcha los cambios necesarios que antes he referido entre otros, pero... seamos conscientes de que, no por ello se va detener ya el cambio climático, y las generaciones venideras van a tener que vivir con él y sus consecuencias.
La "civilización humana", como civilización tecnológica con conciencia global por vez primera en toda su historia, especialmente en los países más desarrollados, tiene más medios para adaptarse y ser más eficiente. Pero no así en los países pobres, que además son los más poblados y los que más pueden contaminar si no les damos los medios para desarrollarse de manera sostenible.
Es por ello que abordar el problema del cambio climático, sea un problema global con múltiples facetas, que requieren también de un reparto más justo de la riqueza, porque la mayor parte de lo que llamamos humanidad, vive muy por debajo del primer mundo... ¡pero claro!, con la población que tenemos, más de 7.000 millones, no todos podemos vivir así, y quienes disfrutan de ese nivel de vida, no queremos dejar de tenerlo... ¡Necesitaríamos los recursos de dos planetas y medio como el nuestro según estimaron algunos ya a finales de los años 70 del siglo XX!.
Lo que está claro es que, o hacemos algo, o lo que está verdaderamente en riesgo no es el planeta, que se va regenerar cuando desaparezcamos en número suficiente, sino nosotros como especie y la civilización humana con toda la diversidad cultural producto de su evolución y devenir histórico en este mundo. Los humanos somos la única especie capaz de adaptar el medio a sus necesidades; pues bien, debemos aprender a vivir en armonía con nuestro planeta y ser guardianes de su diversidad y de la maravilla de la vida, usando para ello nuestra inteligencia, ingenio y consecuente desarrollo científico y tecnológico.
Hace 65 millones de años, sabemos que otros seres dominaban La Tierra en un planeta exuberante de vida... y se extinguieron en silencio, junto con otras muchas especies animales y vegetales. La respuesta de la evolución de la vida alumbró al ser humano, única especie consciente de sí y del mundo que le rodea, capaz de lo mejor y lo peor a la par. Nosotros fuimos la respuesta de la madre naturaleza a un cataclismo cósmico, y no hemos llegado hasta este punto de la historia para extinguirnos por nuestra incapacidad para adaptarnos como civilización tecnológica a nuestro mundo.
Estamos como especie y como sociedad global en un punto de inflexión en nuestra historia. Tengo firme fe, en que sabremos hacer lo necesario para adaptarnos, sobrevivir y preservar e impulsar la civilización humana a escala global de manera sostenible.
Es algo que nos debemos a nosotros mismos y un compromiso ineludible con las futuras generaciones, para que no sea nunca dicho, que no pusimos todo nuestro empeño e inteligencia por lograrlo, con fe en lo que somos capaces de hacer cuando actuamos juntos.

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