El 18 de julio de 1936, culminaba la conspiración civil-militar contra el gobierno legítimo de la 2ª República Española, encabezado por los generales Mola, Sanjurjo y Franco entre los más destacados.
Con el alzamiento de las guarniciones del ejercito español en el protectorado de Marruecos, se desencadena acto seguido la sublevación militar en la península, que ante su desigual éxito y división político-ideológica de la sociedad española, desembocaría en una fratricida guerra civil, que fue preludio de la 2ª Guerra Mundial, y que tendría como consecuencia la ruina del país y 40 años de dictadura, con una férrea represión política y cultural.
Esta es una fecha de aniversario, no tanto para celebrar, como para recordar. Para recordar por parte de muchos de los españoles de la nuevas generaciones, que en parte por fortuna lo desconocen y sienten como algo lejano, porque han nacido ya en un estado de democrático de derecho, garante del ejercicio de sus libertades y derechos.
Pero en tan señalado e ignominioso aniversario, conviene recordar por parte de tod@s l@s demócratas, cuanto costó que lo que hoy disfrutamos, lo vivamos como algo normal, sin a penas reparar en ello.
Conviene por tanto asomarse, desprovistos de dogmas ideológicos y prejuicios de corte "gerracivilista" si los hubiere, a lo que la historia de aquel periodo y sus acontecimientos nos enseña, para en lo posible reflexionar sobre ello, y contribuir con nuestras actitudes como individuos y conjuntamente como sociedad, a que esos mismo errores, producto precisamente del dogmatismo ideológico y la intolerancia, jamás vuelvan a tener como protagonistas de luchas civiles a los españoles.
Nuestra condición como personas racionales capaces de pensar por sí mismas, ciudadanos libres y españoles. Ha de estar siempre por encima de toda veleidad ya sea de corporativismo político o puramente ideológico. Canalizando las naturales diferencias que puedan existir, a través del diálogo abierto y sincero, desde la consideración y respeto mutuo al que pueda pensar o tener posturas diferentes a la nuestra.
La Constitución Española de 1978, es salvo por la particularidad republicana de la de 1931, heredera de muchos de los principios que inspiró a aquella.
Hoy en los difíciles momentos que como país atravesamos, consecuencia de los efectos de la crisis económica mundial que desde hace tres años ya nos afecta; se alzan voces descontentas, que claman por una democracia y estado más participativos y eficaces.
Nuestro estado de derecho, tan imperfecto y mejorable como el de cualquier otra democracia de nuestro entorno, solo más consolidadas algunas por su mayor continuidad temporal. Establece las reglas de juego imprescindibles para canalizar, si la ciudadanía así lo reclama, los cambios que sean necesarios en nuestro ordenamiento jurídico-orgánico, así como sistema electoral y de gobierno, para adecuarlo a las necesidades de la sociedad de nuestro tiempo, y ello, si ha de hacerse, se tiene que hacer de manera reflexiva, serena y consensuada.
En el convencimiento de que la sociedad española de nuestro tiempo, es hoy una sociedad mejor formada y más madura. Tengo la confianza de que entre tod@s seremos capaces de afrontar los retos de hoy para ganar un futuro mejor, sin que tengamos que revivir tan lamentables acontecimientos como los que hoy rememoramos -que no celebramos-.
2 comentarios:
Os dejo aquí un video que espero que vean hasta el final:
http://www.youtube.com/watch?v=PjuUCxk5fVQ
Ciertamente, la cosa como dice la señora Aguirre no fue tan sencilla.
En este país pasan cosas, que en otros incluso estarían consideradas delito, como por ejemplo en Alemania, negar el holocausto nazi.
Aprendamos a llamar la cosas por su nombre, porque si la revolución de Asturias de 1934, fue un intento de violentar y alterar la legalidad republicana, que fue reprimida por la fuerzas del ejercito, esta vez, leales a la república. El llamado alzamiento nacional, no es, por más que se pretenda lo contrario, un golpo de estado contra el gobierno de una república que puede que estuviera haciendo una pésima gestión en la tarea de garantizar el orden y libertades cívicas en aquellos momentos de gran tensión y confrontación política. Pero que sí contaba con la legitimidad democrática, y representaba el orden constitucional establecido. Los militares golpistas, faltan al principio de lealtad institucional -que no ideológica- que ha de guiar sus actos en el marco de la debida obediencia del poder militar al poder civil en el marco de su disciplina. Y son precisamente víctimas de los primeros fusilamientos, todos aquellos militares que leales a ese principio, son quitados de enmmedio en el protectorado de marruecos por los oficiales y tropa insurectas. Y es precisamente, porque el golpe no triunfa, porque el ejercito se divide y porque la sociedad española se polariza en dos bandos confrontados, por lo que se desencadena la guerra civil.
Lo ocurrido en 1934, no es comparable, por cuando en aquel escenario, la república, mantuvo en todo momento el control sobre la fuerzas y cuerpos de seguridad del estado y el ejercito, lo que no se puede decir en 1936, porque se le subleva parte de este, siendo las unidades mejor preparadas y pertrechadas del mismo, por el escenario en el que se hayaban desplagadas.
Yo condenaría sin paliativos tanto el levantamiento anarco-comunista de 1934, como sin duda, el golpe de estado del 18 de julio de 1936, porque ambos soliviantas el orden constitucional y democrático legalmente establecido. Pero sin duda, el que más graves consecuencias viene a tener, a tenor de lo ocurrido, es sin duda el golpe de 1936 y subsiguiente confrontación militar-civil.
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