A pesar de que los últimos años no han sido los mejores, el de Juan Carlos I será recordado como uno de los mejores reinados de la monarquía, que en términos generales transformó el país positivamente después de 40 años de dictadura.
Mientras esto ocurría, aquí en San Fernando, en nuestro ayuntamiento, gobernado por el PCE-IU poco les ha faltado, para llevados de esa euforia irreflexiva que les da algunos los buenos resultados de una izquierda fragmentada y radicalizada en las elecciones europeas, para salir al balcón del consistorio con la tricolor y proclamar la tercera república (aún así la han colgado en la fachada del ayuntamiento esta mañana, fachada de un edificio oficial, contraviniendo la legalidad vigente).
La falta de altura de miras y de sentido de estado de este alcalde, queda aquí de nuevo patente una vez más, como con el caso de eludir una condena institucional contra la violencia política en las fiestas hace dos días, en pro de un acto, donde se alineaba con grupos antifascistas, en lugar de buscar posiciones NO ALINEADAS y de consenso entre todos los partidos DEMOCRÁTICOS. Una actitud radical, que no tiene para depurar las responsabilidades por el CASO PLAZA DE ESPAÑA dentro de su propio -por el momento- partido.
Es muy seguro que la
idea de república que yo tengo no es la que tiene el señor
alcalde. Esto no es nuevo, ya pasó en la historia reciente de España cosa parecida.
Algunos confunden el sistema republicano, democrático por naturaleza,
con COMUNISMO.
La convivencia durante la 2ª
República, fracasó consecuencia de la radicalización política y social del país.
Y por eso, tras 40 años de dictadura se llegó al consenso de una
democracia regida por una monarquía parlamentaria, donde La Corona,
tuviera un papel moderador.
Esa constitución fue ratificada por la mayoría del pueblo, aunque algunos que nacían en el 78, como Pablito Iglesias, dicen que ellos no la votaron, yo tampoco, y es seguro que la mayoría del pueblo norteamericano tampoco votó la suya que viene de finales del siglo XVIII y aún así la acatan.
Porque acatar la Constitución no significa cerrarse a las reformas que sean necesarias desde el consenso, consenso ciertamente transgredido por PP y PSOE al reformarla en su artículo 135, sin reparar en el daño que se hacía a ese principio de legitimidad democrática de la carta magna y el consenso de que nació, cosa que en su momento denunció la diputada nacional Rosa Díez en sede parlamentaria... ¡de aquellos polvos estos lodos!.
Porque acatar la Constitución no significa cerrarse a las reformas que sean necesarias desde el consenso, consenso ciertamente transgredido por PP y PSOE al reformarla en su artículo 135, sin reparar en el daño que se hacía a ese principio de legitimidad democrática de la carta magna y el consenso de que nació, cosa que en su momento denunció la diputada nacional Rosa Díez en sede parlamentaria... ¡de aquellos polvos estos lodos!.
El rey Juan Carlos, con sus aciertos y errores, ha cumplido sobradamente ese papel constitucional, dando al país un periodo de paz, estabilidad y progreso en democracia, como no se había tenido nunca antes, sólo truncado a partir de la gran crisis que estamos padeciendo desde 2007. Es sin duda el mejor de los monarcas que hemos tenido en mucho tiempo, y nos deja de entrada un sucesor bien formado, con vocación de servicio, fiel a su papel constitucional.
El actual contexto de crisis, como el mismo monarca ha reconocido en su última aparición como rey en televisión, ha dejado importantes heridas sociales en el país.
Las políticas que se han llevado a cabo, han profundizado ciertamente en el debilitamiento del estado del bienestar, del principio de igualdad de oportunidades, a la par que fomentando el paro y con él la pobreza extrema y la exclusión social. El clima generalizado de corrupción política, que ha afectado también a la Familia Real, con la pérdida de prestigio y credibilidad de las demás instituciones del estado, han favorecido el advenimiento de cierto populismo, al que se quiere sumar cierta izquierda, que como aquí en San Fernando, ha participado de los mismos o parecidos vicios de los que adolece la llamada por Pablo Iglesias, demagogo y populista líder de PODEMOS, como LA CASTA.
Hoy, ese mismo populismo, esa misma izquierda radicalizada, pide un referéndum sobre la continuidad de la monarquía, arguyendo el principio tan democrático de DAR LA PALABRA AL PUEBLO. España es una democracia, no un régimen totalitario como algunos pretenden hacer ver, y aunque una democracia mejorable, tiene sus reglas constitucionales, y una Constitución que contempla la forma en la que se debe hacer esa hipotética REFORMA POLÍTICA.
Por consiguiente, quién quiera la reforma política del estado en pro de la república, que lo lleve ABIERTAMENTE en su programa para las elecciones generales de 2015, y si tienen mayoría, inicien el proceso constituyente previsto en tal caso, para previo debate democrático, convocar un referéndum donde los ciudadanos decidan.
Pero tengan claro algunos, que LA REPÚBLICA como sistema político, no tiene más color ideológico que el de los gobiernos que el pueblo elija democráticamente, y eso supone acatar posibles presidentes en la jefatura de estado, tanto de izquierdas, como de centro o derechas..., y lamentablemente, ya conocemos la experiencia histórica de la 2ª República, una de las razones que justifican el actual sistema, que tiene que ver mucho, con esa falta de altura de miras en pro de lo más populista y puede que hasta radical.
Nosotros no estaremos del lado ni del populismo ni del radicalismo, sea del signo que sea, y sí del desarrollo de una política honrada, transparente y que al servicio del bien común, intente mejorar la vida de la gente. Una idea por cierto ésta muy republicana, que ha sido posible en el reinado de Juan Carlos I con la Constitución que nos deja. El problema no está tanto en la Constitución como en quienes o no la acatan o sólo leen de ella lo que les interesa.
Nosotros no estaremos del lado ni del populismo ni del radicalismo, sea del signo que sea, y sí del desarrollo de una política honrada, transparente y que al servicio del bien común, intente mejorar la vida de la gente. Una idea por cierto ésta muy republicana, que ha sido posible en el reinado de Juan Carlos I con la Constitución que nos deja. El problema no está tanto en la Constitución como en quienes o no la acatan o sólo leen de ella lo que les interesa.
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