domingo, 5 de julio de 2015

GRECIA


Lo que hoy se dirime en Grecia es mucho más que la aceptación o no por parte del pueblo heleno, de las condiciones de los acreedores internacionales para el pago de su deuda. Lo que hoy está en tela de juicio es la esencia misma de lo que debe ser La Unión Europea. Si ha de ser una unión a la medida casi exclusiva de los altos intereses económicos, empresariales y financieros de los estados nacionales y sus grandes empresas y entidades financieras., donde quede en un segundo plano la voluntad soberana y democrática de los pueblos.

Se olvida un principio fundamental, el estado es la nación y la nación es el pueblo. La Unión Europea es una "unión de estados soberanos" donde la soberanía de cada uno, reside en sus respectivos pueblos. ¿Qué es lo que ha pasado entre medias, para llegar a esta suerte de Unión Europea que se ha olvidado de sus valores sociales, políticos y democráticos?, ¿cómo es posible que estemos llegando al extremo de someter POR LA FUERZA DE LAS FINANZAS alejadas de todo principio de ECONOMÍA REAL, a un estado y a un pueblo soberano que dueño de su destino, vota para elegir lo que en uso de su soberanía entiende más conveniente para su presente y futuro?.

No se trata siquiera de la dicotomía entre liberalismo económico o socialdemocracia, ni de comunismo frente a capitalismo. Lo que está en juego, es la esencia misma del MODELO SOCIAL EUROPEO, y con él, la capacidad de los diferentes pueblos de Europa de convivir y progresar pacíficamente en el continente.

La situación de Grecia no es muy diferente de la vivida en otros estados como Irlanda, Portugal, Italia y por supuesto España, por más que se haya repetido eso de que "España no es Grecia" sobre todo en aquel 2012 fatídico, en que España tuvo que ser sometida a un "rescate light" de su quebrado sistema financiero atiborrado de activos inmobiliarios desvalorizados entre un 30 y un 50%, y que hemos terminado comprando los contribuyentes, mientras los especuladores artífices de semejante desaguisado, andan con sus bolsillos bien forrados y sus cuentas en paraísos fiscales., todo ello tolerado por una clase política corrupta que o no ha aplicado, o ha subordinado instituciones y leyes a la medida de intereses ajenos al interés general.

El pueblo griego, como el español ha sido víctima a la par que cómplice de la pésima gestión de sus gobernantes, y de su inoperante ciclo democrático electoral, lo cual obedece a dos componentes clave para entender esta crisis, como lo es su componente política-institucional y social. Y es que, las sociedades del bienestar, son reacias a los sacrificios, del tipo que sean.

Pero es indudable, que en esta crisis, a la hora de distribuir cargas, han sido las clases sociales menos favorecidas la principales pagadoras y víctimas del mal dirigir económico de aquellas otras más privilegiadas, ligadas al poder político, económico y financiero. Han sido las clases medias las que se han proletarizado, perdiendo su condición y nivel de vida, siendo las sostenedoras del grueso del esfuerzo fiscal, y han sido las clases trabajadoras, la clase obrera, la que se ha visto abocada a la exclusión social y la pobreza, en un contexto en el que, para mayor agravamiento del mismo, se ha recortado en servicios del estado del bienestar tendente a corregir precisamente esas desigualdades.

La Unión Europea, ha puesto el acento en las políticas económicas de austeridad, políticas a conveniencia, ciertamente, de las finanzas y exportaciones alemanas y de sus estados nórdicos asociados en el seno de la UE, que son, los que mayor nivel de renta y de vida gozan. Se ha perdido con ello, el fin cohesionador que tenían en origen las políticas de las instituciones de La Unión, basadas en la SOLIDARIDAD de unos pueblos respecto a otros, y eso es harto INJUSTO, por cuanto no es menos cierto, que la inflexibilidad germana de hoy, contrasta con la flexibilidad que se tuvo con la Alemania de hace veinte años, en pleno proceso de reunificación y de reconversión de su modelo productivo.

Cuando se cumplen algo más de 100 años de La Gran Guerra, y 70 del final de la Segunda Guerra Mundial, consecuencia de la primera, ambos conflictos de origen inequívocamente europeo. Parece que olvidamos, que ambos conflictos nacen del egoísmo, la insolidaridad, el recelo y la desconfianza entre los pueblos de Europa.

La Unión Europea, y su modelo social, basado fundamentalmente en la SOCIALDEMOCRACIA y en el estado del bienestar, nacida de la terrible posguerra y división del mundo en dos bloques antagónicos, quiso ser una tercera vía razonable que posibilitara un marco de entendimiento, paz y progreso entre los pueblos de un continente que atesoraba una historia francamente belicosa. El proyecto de Europa, ha sido, una luz de esperanza no sólo para el continente en sí, sino para la humanidad, y su fracaso, no puede ser sino el fracaso de todos al pretender vivir en un marco de paz y progreso para nosotros y nuestros descendientes, al margen de diferencias nacionales. La globalización, no puede ser solo económica y financiera, ha de serlo también en valores políticos, soacieles y ambientales... es lo que ha de marcar el futuro entre una sociedad global de tribus humanas mal avenidas, y una sociedad humana global que ha aprendido a convivir y progresar en su pluralidad.

La Unión Europea por tanto, no puede ser sólo a la medida de los intereses financieros y de los estados nacionales plegados a los de sus grandes marcas empresariales multinacionales, ha de ser ANTE TODO, la Europa de los ciudadanos, de unos ciudadanos que viven en democracia y que reclaman de la política y de sus instituciones nacionales y europeas, una acción tendente a conciliar de manera efectiva, el interés general de la ciudadanía con aquellos otros intereses más propios de corporaciones privadas.

La unión monetaria no va funcionar como mero valor de cambio para el más fácil movimiento de capitales, si a ello no se suman las políticas de la Europa Social, de la Europa de las personas, que parta de integrar e igualar sistemas fiscales, legislaciones en materia de regulación económica y laboral, además de las relativas a la libre competencia, y a la efectiva movilidad e igualdad de los ciudadanos de unos estados respecto de los de otros.

Europa es LUZ DEL MUNDO, y no por complejo de superioridad alguno que queda ya superado en el drama histórico de sus guerras en el siglo XX, es luz del mundo, por su voluntad de haber querido crear el mayor espacio de cooperación, progreso y desarrollo en libertad entre naciones históricamente enfrentadas o culturalmente y étnicamente distintas, como nunca se ha hecho en la historia de la humanidad.

Si no somos capaces de darnos cuenta de lo que tenemos hoy no es unión de tipo alguno por más que varios estados usemos la misma moneda, entonces, no habrá futuro para una verdadera Unión Europea en su plena dimensión no solo económica, sino social y política. Son enemigos de La Unión, la insolidaridad, el egoísmo y la desconfianza, causas presentes en todas y cada una de las guerras y conflictos que ha vivido un continente y los pueblos que lo integran, que para bien y para mal, tienen la enorme responsabilidad de haber marcado la historia de la humanidad.

Que sea Grecia la que se plante ante la deriva neoliberal, insolidaria, injusta y antidemocrática de La Unión, la que ha dado nombre a Europa, donde nació la democracia, y cuna de los valores occidentales, de los que ha sido por siglos expresión Europa a través de sus estados nación... no deja de ser sino, una paradoja histórica OPORTUNA, que nos recuerda quienes somos, lo que hemos sido, y lo que debemos ser.

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