Esta singular villa italiana en la vertiente adriática de los Apeninos centrales, ha sido puesta desgraciadamente de relieve en los mapas, para los muchos que la desconocíamos, por el desgraciado terremoto que ha reducido la mitad de sus edificios a escombros.
Los daños materiales son cuantiosos, y la pérdida de vidas humanas elevada dado que muchas personas dormían cuando la tierra tembló en esta singular y agradable villa, donde la vida en estos días de agosto, por el aspecto que ofrecían sus calles antes del desastre, se desarrollaba de manera apacible.
Llama poderosamente la atención, en mitad de tanta destrucción y ruina, la esbelta torre cívica enclavada en el centro de la villa, cuyo reloj se detuvo en el momento en que empezó a temblar la tierra en torno a las cuatro menos veinte de la madrugada del 25 de agosto de 2016. Una torre, superviviente de otro terremoto que en 1639, afecto a la población causando considerables daños. No cabe duda, que fruto de la casualidad o de la acción divina si así lo quieren pensar algunos, la torre nuevamente se ha logrado mantener en pie, presidiendo la ciudad ahora en ruinas, cuando siendo una torre exenta de morfología tan esbelta, la lógica hacía pensar que debiera haber sido uno de los primeros edificios en caer.
Ante tanto dolor por la irreparable pérdida de vidas humanas y los destrozos materiales que han llevado a tantos a perder "todo" si han conservado la vida y han tenido la suerte de no perder a ningún ser querido. La vieja torre, parece querer decirnos, que a pesar de la adversidad, como antes en el pasado, Amatrice prevalecerá.
La ciudad es símbolo de la voluntad colectiva de la sociedad que la construye, y la vieja torre quiere ser nuevamente, producto de milagrosa casualidad, símbolo del nuevo Amatrice que renacerá como ayer del polvo de sus ruinas, porque su vieja torre aún perdura, marcando la hora en la que la historia de nuevo la puso a prueba.
Terminar transmitiendo desde las páginas de este blog, mi solidaridad con los afectados por esta catástrofe, y mi pesar por la irreparable pérdida de vidas que ha supuesto este terremoto, con la firme convicción y la esperanza, de que en el corazón de Italia, renacerá renovada esta pequeña villa de los Apeninos, como también las otras poblaciones que en su entorno se han visto dañadas.
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