Muchas veces nuestros enemigos, generan las condiciones para que no quede más alternativa que el ostracismo o el exilio, eso es lo que parece ser que le ocurre, al juez Garzón.
Lo que está aconteciendo con relación al proceso de las causas abiertas contra el Juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, uno de los jueces con la más notable hoja de servicios a favor de la justicia y que cuenta con un merecido notable prestigio a nivel internacional. Es algo que a mí, como a muchos españoles, nos tiene sorprendidos y en ascuas.
En un país donde la justicia, desafortunadamente, no goza de muy buena imagen ante la mayoría de sus ciudadanos por estar claramente politizada, ser poco operativa ante las demandas de la sociedad, y estar muchas veces lejos de ser en la práctica universal e igualitaria para todos -al menos en cuanto a su acceso en teórica igualdad de condiciones a los que menos recursos económicos tienen-; casos como el de este notable juez, al que efectivamente no le ha temblado la mano a la hora de procesar a gente realmente poderosa e influyente dentro y fuera de nuestras fronteras. No hace sino, erosionar aun más la imagen de uno de los pilares de nuestro ordenamiento jurídico que se fundamenta en “la práctica igualdad de derechos, dentro de un estado de ley y orden”, como lo es la justicia, secular poder teóricamente independiente del estado.
La causa abierta por este juez contra los crímenes de la dictadura fascista en España, supuestamente con arreglo a la Ley de Memoria Histórica, fue un intento de hacer valer los mismos principios de la “jurisdicción universal” de los que se sirvió para juzgar los crímenes de lesa humanidad y genocidio contra dictaduras facciosas como también lo fueran la chilena o la argentina, donde llegó a procesar y casi llevar a prisión al ex dictador golpista y genocida Augusto Pinochet que derrocara al gobierno democráticamente establecido de Salvador Allende, siendo responsable de su magnicidio, junto con los miles de asesinatos políticos que se cometieron durante su régimen de represión y terror, al igual que se hiciera durante la dictadura en Argentina… sin olvidar, que el mismo Pinochet, llegó a declarar públicamente, que tenía en el general Franco, a uno de sus referentes… Supongo porque, en el fondo, compartían las mismas ideas y métodos, que aplicara en España el “Generalísmo Franco” con la impunidad que le permitió la indiferencia de las grandes potencias democráticas aliadas al final de la Segunda Guerra Mundial, quedando como rancio ejemplo de los fascismos que la desencadenaron en Europa, marginándose a España a una dictadura hasta el último cuarto del siglo XX (1975).
Que Baltasar Garzón, pudiera hacer esto con más facilidad fuera, se pone de manifiesto, cuando con arreglo a la legislación española -según parece que la interpretó él- pretendiera hacer lo mismo en España, al objeto de “depurar responsabilidades” entre quien o quienes fueran responsables de los crímenes cometidos durante la dictadura.
Esto, es contestado, con sendas querellas, planteadas precisamente, por algunas organizaciones políticas, que por su componente ideológica, e histórica vinculación en el pasado al régimen de Franco, ponen en entredicho, si no la legitimidad que tienen para hacerlo de acuerdo con el estado de derecho -que cuestionan como bien hace FALANGE-, sí la autoridad moral de la que carecen de acuerdo con lo que entendemos que es la ética en su dimensión pública.
Este caso, donde se acusa al juez de PREVARICACIÓN por declararse competente en una causa, para la que -supuestamente- él sabía que no era competente, no deja de generar polémica dentro y fuera de nuestras fronteras, pues nos lleva a preguntarnos ¿cómo es posible que nuestros jueces puedan juzgar crímenes de similar naturaleza fuera de nuestras fronteras, y no poder hacer lo propio dentro de las nuestras en aplicación de nuestra vigente legislación?, o más aun, ¿cómo pueden ser validas nuestras leyes y jueces para juzgar los crímenes de dictadores de fuera, y no hacer lo mismo con los propios, treinta y cinco años después de terminada la dictadura y tras casi treinta y dos años de régimen constitucional democrático?.
Llevamos treinta y cinco años sin dictadura, casi lo mismo que duró ésta desde que fuera definitivamente derrotada la Segunda República Española, dando por finalizada la guerra civil el 1 de Abril de 1939. Sin embargo, parece que aun subyacen en la sociedad española, los mismos temores que impidieron que durante la transición a la democracia pudieran depurarse responsabilidades, lo cual, en esos momentos, en aquella coyuntura, no sólo hubiera sido difícil, sino peligroso para el devenir futuro del país, el asentamiento de la incipiente democracia, y el progreso moral y material de la nación.
Sin embargo, tres décadas y un lustro después, se entiende que nuestra democracia está lo suficientemente consolidada, y la sociedad lo suficientemente madura, para sin acritudes, reparar en lo posible, a todos aquellos que fueron víctimas de la represión del estado durante el régimen dictatorial impuesto por la fuerza de la armas tras un fratricida conflicto civil producto de un golpe de estado contra la legalidad democrática de La República, que fue preludio en Europa, de la Segunda Guerra Mundial, teniendo franco y su bando de sublevados como principal valedor al mayor criminal de la historia de la humanidad Adolf Hitler y al esperpéndico dictador italiano Benito Mussolini.
Es de justicia reconocer, que los vencedores de aquel conflicto, además de articular la represión contra los vencidos, tuvieron asimismo ocasión, de reparar los excesos que contra sus partidarios pudieran haberse cometido durante la guerra, aunque no con arreglo a la concordia, la generosidad y la justicia que hubiera sido deseable, sino más bien llevados por el sentimiento de más venganza que resarcimiento, algo, que nacía y se daba más por el resentimiento entre personas o familias, pero que desde luego, fue amparado e instrumentalizado por el estado fascista de Franco durante la década de 1940 especialmente, y en general, con diferentes grados de intensidad, durante toda la vida del régimen.
Pero la causa general contra el franquismo, es sólo una de las causas que se han abierto contra Garzón, además de esta, está la relacionada con la compatibilización del cobro de su sueldo con arreglo a su cargo en España, durante una excedencia en la que impartió unos cursos en la universidad de New York, la supuesta solicitud del juez al Banco de Santander de financiación para esos cursos, junto con un posible presunto trato de favor del juez en las causas abiertas contra esta entidad, en las que se declaró competente, aunque al respecto de esto último ya respondiera, siendo declarado inocente.
La otra de las causas, es la que intenta dirimir si el juez Garzón se extralimitó en sus funciones, al ordenar intervenir las comunicaciones entre los imputados detenidos de la trama de corrupción del PP “El Caso Gürtel” y sus abogados, ante las sospechas fundadas del juez de que se estuviera propiciando en ello acciones tendentes a la destrucción de pruebas y evitar la acción de la justicia.
Efectivamente, el ciudadano Baltasar Garzón, por muy prestigioso que sea en razón del currículo que tiene en sus actuaciones como juez, que han dado brillo a la justicia española -más fuera de nuestras fronteras que dentro por los recelos que su figura genera entre sus compañeros de la judicatura y los muchos enemigos que se ha creado-, no está por encima del sistema ni de las leyes, y es por ello, que debe responder ante las causas abiertas.
Ahora bien, es imposible dejar de pensar, que todas ellas responden más que nada, a una confabulación clara tendente a desprestigiar su imagen, por parte de aquellos, que de alguna manera u otra se han visto perjudicados por su acción como magistrado juez no sólo ahora, sino también antes.
Esta es la sensación, que probablemente tengan muchos ciudadanos al respecto de este asunto, algo, que desde luego, especialmente en lo concerniente a la primera de las causas mencionadas, no deja de causar impresión y estupefacción a nivel internacional, además de la polémica que divide a la opinión pública española.
Sin duda, sea como fuera, los enemigos de Garzón, por de pronto, han conseguido en buena medida lo que buscaban, quitarse de en medio, aunque sea temporalmente a este “incómodo juez” que como parecen indicar personas tan prestigiosas como el fiscal jefe de la corte penal internacional, no ha vacilado en procesar a personas de gran poder e influencia, aplicando la ley con todas sus consecuencias, razón que le ha hecho merecedor del prestigio que tiene, fuera de nuestras fronteras, al margen de los muchos enemigos que probablemente tenga, y de las envidias y recelos que debe de generar entre alguno de sus propios compañeros… ¡La envidia, ese mal endémico nacional!.
Con suerte, Garzón podrá evitar la humillación de ser suspendido de sus funciones y quedarse sin empleo, gracias a la oferta que desde la misma corte penal internacional, se le ha hecho, para que trabaje con ellos como uno de sus más altos asesores, algo que da idea de la solidez de los casos que se plantean contra él, cuando una organización de semejante prestigio internacional, no los considera impedimento serio para ello, ni lesivos para su credibilidad. Pero desafortunadamente, sí pone en evidencia, que lo que se esté realizando contra Garzón, sea más que nada UNA CAZA DE BRUJAS, que daña seriamente la imagen de la justicia española.
2 comentarios:
Es todo un galimatías, que distrae la atención y pervierte el tema de fondo, que resulta tan enmarañado que al final nadie se acuerda de exigir al Gobierno Zapatero una modificación de la Ley de Amnistía, de 1977.
http://javiermadrazo.wordpress.com/2010/05/12/el-exilico-de-garzon/
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